Hipotecas subprime, Madoff, crecimiento negativo y otros barbarismos.

En los últimos tiempos sólo se oye hablar de crisis, de dificultades económicas globales, de caos financiero a nivel mundial y de "crecimiento negativo" -cosa que nunca he entendido, pues, a mi modo de ver, o se crece o no se crece, pero un crecimiento negativo...-.
El caso es que no entiendo nada. Sólo sé que cada vez encuentro más desempleados entre mi grupo de amigos, conocidos y vecinos; que los gobiernos adoptan medidas para paliar la crisis, pero a los dos meses las rectifican porque resulta que no servían y hay que idear otras, y que cada vez se venden menos coches nuevos e incluso la vivienda ha empezado a bajar de precio -quién lo diría-.
Decía Eduard Punset recientemente en una entrevista, que en épocas de grandes dificultades, el ser humano siembre busca líderes jóvenes que puedan dar un vuelco a la situación y cambiar las cosas, mientras que en circunstancias de bonanza se eligen líderes de mayor edad, que den continuidad a la tranquilidad reinante. Quizá por eso Barak Obama ha ganado las elecciones en EE.UU. -su contrincante era bastante mayor que él-.
Siendo un ignorante en la materia como yo, siempre se agradece que alguien explique el asunto llamando a las cosas por su nombre, sin términos económicos ininteligibles y sobre todo sin "crecimiento negativo", que es una denominación que detesto profundamente. Por eso dejo aquí estas explicaciones de Leopoldo Abadía, por si interesa a alguien.

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Capuchinos de Palermo. Una forma distinta de enfrentarse a la muerte

Hace años leí, no recuerdo dónde, un reportaje sobre las catacumbas de los Capuchinos de Palermo, en Sicilia. Dichas catacumbas resultan un atractivo turístico, no por su arquitectura, ni por su profundidad ni por su tamaño, sino porque albergan en su interior nada menos que 8000 cadáveres. Pero lo especial no es la cantidad de cadáveres, sino la forma que tienen de almacenarlos. Todos están momificados y sin enterrar.

Los capuchinos se dieron cuenta de que el sitio en el que estaban ubicados reunía unas características idóneas para la conservación de los cadáveres, ya que había muchas corrientes de aire y (lo más importante), nada de humedad.
El primer cuerpo que momificaron fue el de San Silvestro de Gubio, un monje con fama de santo al que quisieron conservar sin enterrar para poder rezarle. Fue en el año 1599. A partir de esa fecha y hasta buena parte del siglo XIX se fue haciendo común la conservación de los cuerpos, al principio de los monjes, extendiéndose luego a los habitantes del lugar, que pagaban a éstos para que los momificasen. Hubo incluso ciudadanos que dejaron por escrito qué ropas querían portar cuando fuesen expuestos y qué indumentaria debían ponerles una vez pasado un tiempo.
La técnica que usaban los monjes era dejar el cadáver en una cueva sin humedad durante 8 meses, para que el cuerpo "sudase" y perdiese toda hidratación. Después era limpiado con vinagre y colocado en una terraza, hasta que la piel quedaba como el cuero curtido. Esto, en ocasiones, dotaba a las caras de gestos realmente tétricos y grotescos.
Las momias están
clasificadas por Hombres, Mujeres , Niños, Monjes, Vírgenes y Profesionales, entre los que se pueden
encontrar médicos, soldados con uniformes de la época, jueces, etc. También se pueden observar ropajes de distintas épocas.
Pero sin duda, el caso más emblemático e impactante es el de la niña Rosalía Lombardo, una criaturita de tan sólo dos años, que fue momificada con una técnica inventada por el doctor Solafia, médico que se llevó el secreto
a la tumba. La niña es conocida como la bella durmiente, pues se conserva tal y como estaba en el momento de su muerte, y parece estar plácidamente dormida desde el año 1820 en que fue embalsamada.
Aunque no están permitidas las fotografías ni las grabaciones, existen multitud de turistas valientes que consiguen tomar imágenes de las catacumbas, pues no están demasiado vigiladas.
Una frase muy significativa es la que reza en el lema de las catacumbas: "Lo que nosotros fuimos, tú lo eres ahora. Lo que nosotros somos ahora, tú lo serás."

Sin duda una forma diferente de enfrentarse a la muerte. Espero que a las almas de todas estas personas no les de por visitar a sus cuerpos, pues seguro no les gustaría alojarse en ellos.

La iglesia está situada a las afueras de Palermo, en Sicilia, y constituye uno de los atraca que es la única de
tivos turísticos de la ciudad. Supongo que nos sentimos atraídos por la muerte, yuda que no podemos eludir en esta vida.




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El Príncipe Pablo

"Hace muy muy poco tiempo, en un reino muy muy cercano, nació un niño que se llamaba Pablo.
Era el día 1 de Septiembre del año 2003. El papá de Pablo estaba muy nervioso mientras esperaba en la habitación del hospital a que le trajeran a su pequeño. Eran las diez y treinta y ocho minutos de la mañana cuando entraron en la habitación dos médicos con un bebé en brazos que lloraba sin parar.
Uno de los médicos era el ginecólogo que había ayudado a nacer a Pablo; el otro era un médico muy raro que tenía puesta una bata de colores.
El ginecólogo entregó el bebé al papá de Pablo, y entonces dejó de llorar.
-Enhorabuena- dijo el ginecólogo mientras entregaba el bebé al papá de Pablo.
-Gracias- respondío el papá muy contento.
-Tenemos que darle una noticia. Su bebé no es un bebé corriente. -dijo el Ginecólogo.
-¿Cómo que no es un bebé corriente?. Lo tengo en mis brazos y es un niño normal, con sus ojos verdes, sus manos regordetas, su pelo rubio y rizado... en fin, como todos los bebés. -dijo el papá de Pablo, que ya se estaba asustando un poco.
-No se asuste, no hay motivo. Mi compañero se lo explicará todo.
En ese momento, el médico de la bata de colores dio un paso al frente y estrechó la mano del papá de Pablo.
-Me llamo Carlos Felipe Juan de Borbón y Austria. Soy médico Principólogo.-Se presentó el colorido médico.
-Princi... qué?. -preguntó nervioso el papá de Pablo.
-Verá: un Principólogo es un médico que determina si un niño es Príncipe o, por el contrario, una persona normal y corriente. El caso de su hijo es claro: se trata de un Príncipe con todas las cualidades de los príncipes más ilustres. -dijo el médico raro.
El papá de Pablo tenía la boca tan abierta, que la barbilla tocaba las baldosas del suelo de la habitación. Estaba estupefacto.
-Pero, ¿qué cualidades tiene un Príncipe?-preguntó el papá de Pablo cuando pudo reponerse un poco.
-Su hijo -continuó hablando el Principólogo- tiene los ojos verdes, si, pero de color verde príncipe, que es un tono especial de verde que sólo lo tienen los príncipes. Igual pasa con su pelo, que es de un rubio príncipe que salta a la vista. Vamos, que es un caso que no admite discusión. Su hijo es un Príncipe. Se lo digo yo, que para eso soy Principólogo. Ha tenido usted mucha suerte. No todos los días se tiene un Príncipe. Muchas felicidades.
-Mu... muchas gracias. -Respondió el todavía aturdido papá.
Pasó el tiempo y Su Alteza Real el Príncipe Pablo fue creciendo poco a poco. Aprendió a caminar, aunque para eso tuvo que soportar algunos chichones. Aprendió a dejar de usar el chupete porque ya era un niño grande. Dejó de utilizar pañales: un Príncipe no los necesita. Aprendió también a hablar, y de qué manera, (hasta por los codos).
Cada día aprende cosas nuevas, pero aún le quedan muchas cosas que aprender, porque un Príncipe tiene que estar muy bien preparado. Por eso sus padres le han llevado a un colegio en el que hay una "seño" que se llama Isabel y tiene una clase llena de principitos y princesitas. Allí Pablo aprende muchas cosas y disfruta mucho.
Pero no todo es aprender.
A Pablo, que ya tiene cinco años, le gusta jugar y divertirse. Cuando juega se imagina llevando puesta una poderosa armadura, montado en un rapidísimo caballo, protegido con un escudo y armado con una espada, para luchar contra fieros dragones y rescatar a hermosas princesas.
También hace deberes a diario -eso para él es una diversión-. Se lo pasa pipa viendo dibujitos animados, nadando en la piscina, jugando a la pelota, cantando canciones, ayudando a su abuelita en la tienda y a su abuelito en el huerto.
Le encantan los cuentos que le leen sus papás. También disfruta mucho dando un paseo con ellos y con su hermanito José María.
Pablo es un Príncipe muy imaginativo, inteligente, locuaz, sensible, noble, trabajador, sonriente, bastante guapete y muy cariñoso, aunque algo tímido.
Su mamá y su papá le quieren mucho, porque Pablo es el Príncipe más Príncipe de todos los príncipes.
Cuando sea mayor será un Rey... pero ese ya es otro cuento.
Aquí concluye la historia que narra los cinco años de vida de Su Alteza Real el Príncipe Pablo.
Colorín colorado, este principesco cuento se ha acabado."



A mi hijo mayor y a todos los que tienen o van a tener un Príncipe o Princesa.


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Bienvenido seas

Como gobernador de ésta mi Barataria particular, te doy la bienvenida.
A partir de este día, plasmaré aquí, desocupado lector, todo cuanto estime oportuno deba compartir contigo.
Lo que muestre aquí podrá ser leído, visto o escuchado por tí, siempre que seas habitante de la ínsula Barataria, para lo cual únicamente pido una condición: que seas mi amigo. Podrás intervenir con las opiniones, críticas o correcciones que te parezcan, siempre que no sean hirientes, groseras, clasistas, racistas xenófobas ni sexistas. De no ser así te puedes marchar, pues no obligo a nadie a permanecer en mi ínsula.
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