Escandaloso.

Se está celebrando el juicio generado tras la tragedia del avión YAK-42, en el que murieron 62 militares españoles.
La actuación de los políticos y militares que se hicieron cargo del asunto por aquel entonces fue un verdadero escándalo.
La falta de rigor y la premura a la hora de traer los cadáveres a España provocó una mezcla de restos mortales que, en algunos casos, desembocó en la existencia de restos de hasta tres cadáveres distintos dentro de un mismo ataúd.
Tanta prisa era debida a que querían celebrar cuanto antes un funeral de Estado por el alma de los 62 desgraciados.
¿Era necesaria tanta celeridad para traer los restos mortales?
¿Hacía falta engañar a las familias de los fallecidos, de manera que llorasen muertos que no eran suyos?
¿No se podía haber celebrado el dichoso Funeral de Estado y después proceder a la identificación de los cuerpos?
Las declaraciones que los militares acusados en el juicio han hecho para defenderse, están siendo desmontadas por los forenses turcos que participaron en la identificación y autopsia de los fallecidos, que, dicho sea de paso, han pagado su billete de avión y aprovechado los días libres de su trabajo para poder declarar en el juicio.
Ömer Müslümanoglu, forense turco, afirma que el equipo militar español sabía que había 30 cadáveres sin identificar y que les ofrecieron conservar las muestras de ADN en Turquía, para después cotejarlas con las que se obtuvieran de los familiares en España.
También aseguró que había un intérprete para traducir al español el documento que se firmó en el que se declaraba que 30 cadáveres aún no habían sido identificados.
Los militares españoles respondieron que ya se realizarían las pruebas de ADN en España, cosa que nunca sucedió.
El fiscal pide cuatro años y medio de prisión para el Comandante médico José Ramírez y el Capitán médico Miguel Sáez, así como 5 años de prisión para el General de Sanidad Vicente Navarro, al que acusa de rellenar de forma arbitraria y caprichosa los espacios en blanco en la relación de nombres de los fallecidos que no habían sido aún identificados.
¿Qué motivos había para hacer eso?
Se acusa a los tres militares españoles de falsedad documental, y ya se les solicita una condena real, pero lo importante es que, a raiz de este juicio, recibirán una condena moral por un delito mucho mayor: el maltrato tan atroz al que han sometido a los familiares de los que fallecieron en aquel fatídico accidente de avión.
Son tantos despropósitos juntos los que se han producido alrededor de aquella tragedia, que da la impresión de haber sucedido todo en un país del tercer mundo gobernado por una dictadura bananera.
Lo asombroso de este asunto es el silencio que guardan los políticos que, en aquel tiempo, eran responsables de la situación.
Me pregunto si podrán conciliar el sueño. Si podrán ver su reflejo en el espejo sin sentir asco.
Intento ponerme en la piel de los pobres familiares y amigos de los que fallecieron en aquel accidente, pero me resulta imposible. No se puede imaginar tando dolor, tanta indignación, tanta rabia contenida. Debe ser insufrible.
A aquellos 62 hombres, descansen en paz.
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