-¡Carguen!
A Luis Gutiérrez la guerra le cogió desprevenido. Pertenecía al bando que le había tocado en desgracia.
Eso le llevó a aquella situación, en la que cuatro hombres, armados con fusiles, dispararían contra uno, desarmado y maniatado.
Luis temblaba de miedo. En aquella zona del cementerio, cercana a la tapia que daba al norte, las sensaciones se acentuaban.
Podía oir los estruendosos latidos de su acelerado corazón.
Eso le llevó a aquella situación, en la que cuatro hombres, armados con fusiles, dispararían contra uno, desarmado y maniatado.
Luis temblaba de miedo. En aquella zona del cementerio, cercana a la tapia que daba al norte, las sensaciones se acentuaban.
Podía oir los estruendosos latidos de su acelerado corazón.
-¡Apunten!
Luis notó cómo el sudor empapaba su cuerpo. Se le arrugó el estómago. Su respiración entrecortada y nerviosa no proporcionaba el aire suficiente a sus
encogidos pulmones. Notaba una fuerte presión en las sienes. Sentía como si la cabeza le fuese a explotar. Todos los músculos se le tensaron. Cerró fuertemente los ojos, en una mueca de desesperación. Vio toda su vida en un segundo. Había llegado el momento.
encogidos pulmones. Notaba una fuerte presión en las sienes. Sentía como si la cabeza le fuese a explotar. Todos los músculos se le tensaron. Cerró fuertemente los ojos, en una mueca de desesperación. Vio toda su vida en un segundo. Había llegado el momento.
-¡Fuego!
Los cuatro disparos se escucharon casi al unísono, produciendo un macabro eco que rebotaba en las tapias del cementerio.
El cuerpo cayó desplomado,inerte, pesado, sin oponer resistencia al golpe contra el suelo.
El cuerpo cayó desplomado,inerte, pesado, sin oponer resistencia al golpe contra el suelo.
-¡Ya está. Uno menos!. ¿Ves como no era tan difícil, muchacho?- dijo el sargento mientras daba tres palmaditas en la espalda de Luis.
En ese momento, Luis arqueó su cuerpo y, apoyado en el fusil, vomitó.
Sus compañeros reían a carcajadas.