Anuncios Clasificados



Julián, a sus setenta años, no había conseguido dominar el manejo de un teléfono móvil. Cada mañana, salía de su casa muy temprano, para dar un largo paseo. Solía alejarse bastante, por lo que, a mitad de la caminata, paraba en una cabina telefónica para llamar a Adela, su mujer.

Ese día, sobre la repisa del interior de la cabina telefónica, encontró un periódico abierto por la página de anuncios clasificados. Rodeado con un círculo rojo, había un anuncio que dejó a Julián tan impactado,  que olvidó  llamar a Adela.


 



Busco hombre, con buena presencia, entre 35 y 40 años, que me mantenga, me cuide, me mime, me bese, me abrace, me dé prioridad ante sus amigos y su trabajo, me dedique tiempo, me escuche, me aconseje, me proteja y me enseñe todo lo que sepa.
Interesados, contactar a través de la siguiente dirección:


niñatristebusca@unpadremejor.com

Concurso de relatos sobre anuncios clasificados de tablondeanuncios.com

Meme "Si yo fuera".

Una encantadora dama, mi amiga  La Dame  Masquée, -única persona en el mundo que ha sido capaz de inventar una máquina del tiempo, llamada "De Reyes, Dioses y Héroes"-, me ha invitado a un "Meme". Es la primera vez que contesto a algo así. Ha sido divertido.
Mi labor consiste en contestar a una serie de preguntas y, para seguir la cadena, he de nombrar a un grupo de blogueros, para que continúen con el "meme". No voy a nombrar a nadie. Nunca sigo las cadenas. Quien quiera hacer este "meme", que lo haga. Lo pasará bien.

Aquí tenéis mis respuestas.:

Si yo no tuviera mi nombre ... Me libraría de pagar mis facturas.
Si yo fuera hombre ... Ya lo soy. De los pies, a la cabeza.
Si yo fuera mujer... Desconfiaría de muchos hombres ...y de muchas mujeres.
Si yo pudiese elegir no ser alguien... Ya puedo. Elijo no ser otro que no sea yo.
Si yo fuera un animal ... Soy fuerte, pero de carácter muy noble. Tal vez un toro bravo.
Si yo fuera una mascota ... Un pez de colores. Silencioso, incapaz de molestar.
Si yo fuera un insecto ... sería un áfido.
Si yo fuera un árbol ... sería un roble.
Si yo fuera una flor ... sería un higo. Sí, un higo no es una fruta, sino una flor.
Si yo fuera un sentido ... sería la vista.
Si yo fuera un sabor ... Me encanta el dulce, pero, para no ser demasiado empalagoso, diré el agridulce.
Si yo fuera una temperatura ... 37ºC
Si yo fuera un elemento ... De la tabla períodica el oxígeno. De los antiguos elementos, la tierra.
Si yo fuera una parte del cuerpo ... sería el corazón.
Si yo fuera un adjetivo ... sería intenso.
Si yo fuera una comida ... sería un buen plato de jamón ibérico de bellota.
Si yo fuera una galleta ... sería una oreo.
Si yo fuera una bebida ... sería el agua fresca.
Si yo fuera una fruta ... sería una manzana roja.
Si yo fuera un postre ... sería un tiramisú.
Si yo fuera una golosina ... sería un regaliz, da igual de qué color.
Si yo fuera un olor ... sería el de la tierra mojada, en una tormenta de verano.
Si yo fuera un sonido ... sería el del viento.
Si yo fuera un color ... sería el rojo.
Si yo fuera un trabajo ... sería farero.
Si yo fuera un vicio ... sería el más inconfesable.
Si yo fuera una Religión ... sería una en la que fuese Semana Santa todo el año. Con sus cornetas, sus tambores, sus costaleros... como buen andaluz.
Si yo fuera un electrodoméstico ... sería un exprimidor.
Si yo fuera un objeto del baño ... sería un calientatoallas.
Si yo fuera un libro ... sería El Quijote.
Si yo fuera un escritor ... sería Cervantes. Puestos a pedir...
Si yo fuera una película ... sería "Érase una vez en América"
Si yo fuera un director de cine ... sería Polansky, pero sin violaciones, ¿eh?.
Si yo fuera un actor ... sería Dustin Hoffman.
Si yo fuera una actriz ... sería Susan Sarandon.
Si yo fuera una serie de televisión ... sería "Doctor en Alaska".
Si yo fuera un personaje de cine/tv ... sería ese simpático Conde Drácula que había en Barrio Sésamo.
Si yo fuera una canción ... sería "The first time ever i saw yor face", cantada por Celine Dion o Roberta Flack.
Si yo fuera un grupo/banda ... sería "Los centellas". Que no, que es broma. Por supuesto, The Beatles.
Si yo fuera un cantante ... sería Michael Bublé.
Si yo fuera un disco ... sería "Let's Talk about love" de Celine Dion.
Si yo fuera un instrumento musical ... sería un piano de cola.
Si yo fuera un cuadro ... sería el Cristo de Velázquez".
Si yo fuera una escultura ... sería la Pietá de Miguel Ángel.
Si yo fuera una prenda ... sería de manga corta.
Si yo fuera un regalo ... sería un libro.
Si yo fuera un juego de mesa ... sería un Trivial Pursuit.
Si yo fuera un mueble ... sería una librería de cerezo, con las baldas dobladas por el peso de miles de libros.
Si yo fuera un perfume ... sería el azahar.
Si yo fuera un coche ... sería un Mercedes CLS.
Si yo fuera una estación del año ... sería Verano
Si yo fuera una fecha ... sería el 24 de junio.
Si yo fuera una hora del día ... sería medianoche.
Si yo fuera un mes ... sería Septiembre.
Si yo fuera un día de la semana ... sería viernes.
Si yo fuera un momento del día ... sería el que vivo a diario cuando arropo a mis dos hijos, ya dormidos, y les doy un beso, antes de irme a la cama.
Si yo fuera un lugar ... sería Andalucía.
Si yo fuera una ciudad ... sería Florencia.
Si yo fuera un planeta ... sería la Tierra.
Si yo fuera un continente ... sería Europa
Si yo fuera un mar ... sería el Mediterráneo.
Si yo fuera un deporte ... sería el ciclismo.
Si yo fuera un número ... sería el 8
Si yo fuera una sensación ... sería la de caminar sobre hojas secas en otoño.
Si yo fuera un estado de ánimo ... sería el optimismo.
Si yo fuera un pecado ... sería un pecado mortal.
Si yo fuera un defecto ... sería la timidez.
Si yo fuera un dolor ... sería un dolor de rodilla. La derecha, concretamente.
Si yo fuera una edad... sería la Edad Moderna.
Si yo fuera una palabra ... sería Picaresca.

Los caminos del amor.

 Foto: Frith Street Gallery.  Fuente: Foto Bazar.

 
Exhaustos, desnudos, jadeantes y sudorosos,  Eva y Juan, sobre la cama,  se miraban el uno al otro.
Él, acarició levemente la mejilla de ella. Ella, le besó con pasíón, como si quisiera exprimirle el alma, como si pudiera extraerle todo el ser, toda la energía, todo él, a través de su boca; como si no acabasen de hacer el amor.
Durante algunos instantes, la mirada de Eva quemaba en la piel de Juan. Parecía querer traspasar sus ojos. No tenía bastante con mirarle. Quería fundirse con él.

     -¿Te pasa algo, Eva?- Preguntó Juan, extrañado.
     -No. No es nada.- Respondió Eva, al tiempo que se incorporaba para sentarse al borde de la cama.
     -Te he notado rara. No me malinterpretes, ha sido increíble, pero no eras la Eva de siempre.
     -Será mejor que te vayas- Sugirió ella entre sollozos.
     -Eh, pero si estás llorando. ¿Qué te pasa?- Se incorporó Juan, extrañado.
     -Vístete y vete.
     -Pero, Eva...
     -Y no vuelvas más por aquí.- Pidió ella, agachando la cabeza.
     -¿Cómo que... se puede saber qué te pasa?
     -¡¡¡Vete ya, por favor!!!

Juan no sabía qué decir.
Al verla tan alterada, decidió que lo mejor era hacerle caso. Se vistió.
Eva todavía estaba sentada al borde de la cama, mirando al suelo, llorando en silencio.

     -Otro día lo hablaremos con calma. No sé que te...
     -No habrá otro día.- Interrumpió Eva. -Te lo he dicho muy en serio. No quiero verte más, Juan. Ahora, vete.

Juan asintió con la cabeza y luego negó varias veces. Se fue en silencio. Tenía ganas de dar un portazo, pero cerró despacio, dejando a Eva sola en la habitación.

Eva se sentó ante el espejo del tocador, agarró un joyero de nácar y lo arrojó contra su reflejo, contra su estampa, quebrando  el espejo en mil pedazos. Se maldecía a sí misma, por haber roto una promesa que se hizo años antes.
La pomesa de no enamorarse jamás de un cliente.





Frustración.


Fernando se dispuso a prepararlo todo. Estaba decidido a cumplir con algo que venía planeando desde hacía tiempo, pero no se atrevía a hacerlo en casa.
Alquiló una habitación en un hotel, al que acudió con una mochila colgada al hombro.
Una vez acomodado en la estancia, apartó la cama, pegándola a la pared y colocó una silla justo debajo de la lámpara del techo.
Sacó de su mochila una cuerda, que acababa de comprar en una ferretería, de camino al hotel.
Subido a la silla, ató un extremo de la cuerda a uno de los brazos de la lámpara e hizo un nudo corredizo en el otro extremo. Introdujo la cabeza por el lazo del nudo y se ciñó la cuerda al cuello.
La silla estaba coja, por lo que daba pequeños golpecitos contra el suelo, acompasados por el temblor de las piernas de Fernando. Sudaba por cada poro de su piel. Cerró los ojos fuertemente, apretó los puños y la mandíbula y, haciendo un esfuerzo del que se creía incapaz, consiguió imprimir a sus piernas la fuerza suficiente para volcar la silla.
Cayó, mientras daba un grito desesperado, pero sus pies tocaron el suelo sin mayor problema.
Con la respiración entrecortada, abrió los ojos, para observar que había dejado la cuerda demasiado larga, por lo que llegó al suelo sin quedar colgado.
Maldiciendo su torpeza, volvió a empezar, pero esta vez se aseguró de que la cuerda quedaría lo suficientemente corta, como para no llegar al suelo. Extenuado por la tensión del momento, volvió volcar la silla con las piernas.
Esta vez sí quedó colgado, dando un estertor, pero la lámpara se desprendió del techo, por lo que Fernando cayó al suelo, seguido de la lámpara, que le golpeó la cabeza, produciéndole una pequeña brecha por la que sangraba abundantemente.
Allí estaba el frustrado suicida, en el suelo, dolorido, cubierto por restos de yeso, con una cuerda al cuello, y abundante sangre saliendo de su cabeza.
Enfadado, se liberó del lazo, entró en el cuarto de baño y se limpió la herida bajo el grifo de la ducha. Tras secarse con una toalla, decidió que tendría que cambiar de método. Después del "éxito" obtenido, quiso hacerlo sin planear nada. "Cuanto más fácil y directo, mejor", se dijo.
La ventana de la habitación daba a un callejón. Era un tercer piso, por lo que había altura suficiente para sufrir una caída mortal.
Sin pensárselo dos veces, abrió la ventana, retrocedió varios pasos, y corrió hacia ella, gritando. Dio el salto y, una vez en el aire, cerró los ojos, esperando el terrible, pero ansiado desenlace.
Cayó en el contenedor de la lavandería. Varios fardos de ropa de cama amortiguaron su caída, por lo que no sufrió ni el más mínimo rasguño. Había caído boca arriba, de modo que, desde su posición,  podía ver la ventana desde la que se había arrojado.
Entonces Fernando tuvo una extraña sensación, que dibujó una leve sonrisa en su cara. La sonrisa desembocó, poco a poco, en una sonora carcajada.
Comprendió que no había llegado su hora, por mucho que él se empeñase.
Salió del contenedor, y comenzó a correr hacia la avenida que se encontraba a la salida del callejón.
Se sentía eufórico. Su ánimo había cambiado por completo. Ya no se sentía un hombre desesperado.  Ahora se alegraba de su torpeza.
     -¡¡¡No ha llegado mi hora!!!- Gritaba.
La gente le miraba, asombrada. Pensaban que estaba loco.
Cruzó la calle, riendo a carcajadas, con los brazos abiertos. El conductor del autobús urbano, que pasaba en ese instante, no pudo frenar a tiempo y atropelló a Fernando.
Veinte minutos después, Fernando viajaba hacia el hospital, a bordo de una ambulancia, que se abría paso, entre sirenas, a través del tráfico de la ciudad.
Abrió los ojos y miro al médico que intentaba reanimarle.
     -Hay que joderse- Espetó.

Fueron sus últimas palabras.

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Me voy de fin de semana. Os leo a partir del lunes. Abrazos a todos.
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