Evasión frustrada.



Imagen: estasoyyo
Ella, acorralada, intentaba huir una y otra vez. Los golpes se repetían y dolían cada vez más. Veía la luz, pero no podía alcanzarla.Extenuada tras un último intento de alcanzar el exterior, abandonó la lucha.

Él, torturador impío, observaba el sufrimiento de su víctima sin inmutarse hasta que, ya aburrido de ver sus vanos intentos de escapada, apuntó hacia ella y apretó el pulsador del insecticida.


La búsqueda.


Imagen: Click aquí.


    A sus sesenta años, Don Luis Cortázar había tenido una vida intensa.  Poseedor, desde joven, de una  jugosa fortuna, había consagrado su vida al disfrute de los más intensos placeres.
     Le gustaba pasear sobre hojas secas en otoño,  bañarse desnudo en el mar en verano, aspirar el aroma de las flores en primavera y dejar la impronta de sus huellas sobre la nieve virgen en invierno.
     
     Pero Don Luis Cortázar no era fácil de conformar.

     No tuvo bastante con viajar a los más asombrosos lugares del planeta, ni de fuera de él, pues también  se lo podía permitir– había viajado a las estrellas.
Aunque había gozado la piel de las más hermosas mujeres, tampoco eso  había colmado su ansia de placer.

     Degustó los más exquisitos manjares, cocinados por los más cualificados cocineros del mundo.
     Coqueteó con ciertas drogas, en algún momento de su vida, en busca de nuevas sensaciones, pero  eso no satisfizo su afán de deleitarse.

     Siempre quería más.

     Cierto día,  sin pretenderlo, Don Luis comenzó a experimentar un placer hasta ahora desconocido.
Se sentía ligero, capaz de dejar su cuerpo a merced del viento. Sintió cómo flotaba, dejándose envolver por una paz hasta ahora desconocida. Su mente se vio invadida por una embriaguez que le hizo sentir que estaba fuera del mundo, o quizás que él era el mundo mismo, sabiéndose vulnerable y poderoso al mismo tiempo.  Una suave y cálida luz lo envolvió, sumiéndolo en la mayor serenidad que había sentido nunca. Los sonidos desaparecieron. Cerró los ojos.

     Ahora ya no quería más, pues sabía que no podía existir un placer mayor que el que estaba viviendo en aquel instante. Solo quería que durase eternamente, porque sentía que su búsqueda había terminado.

     Súbitamente, como si Don Luis Cortázar hubiera sido víctima de un sabotaje,  todas aquellas sensaciones desaparecieron. Volvió a sentir el peso de su cuerpo, los sonidos reaparecieron y la embriaguez de su mente se desvaneció. La luz se fue y Don Luis se incorporó en la cama, como impulsado por un resorte. Miró a su alrededor.

     Enfadado, agarró al médico de la solapa y le propinó una sonora bofetada.

En mi anterior entrada, os contaba la existencia de un concurso de relatos breves, convocado por Nuncajamás.  Mi aportación fue este relato. Con él, he ganado el primer premio. Muchísimas gracias al jurado del concurso y a los amigos de Nuncajamás. Me ha hecho muchísima ilusión y me he divertido mucho participando.

Concurso en Nuncajamás.

Mis amigos del Foro de Nuncajamás convocan un concurso. Puede ser divertido participar en él, así que, si alguien se anima, no cuesta mucho trabajo darse de alta en el foro y participar. 
Pinchando aquí, se puede acceder a las bases del concurso.
 



Un fuerte abrazo a todos.


El debut.



El día de su debut, mientras escuchaba el murmullo impaciente del público, el joven Nuño se tragaba los nervios sin masticar.
Cuando subió  al entablado, la muchedumbre irrumpió en eufóricos gritos y aplausos.
Tras una breve introducción del alguacil, le tocaba a Nuño hacer su trabajo.
Se hizo el silencio.
Nuño  se colocó en su lugar, agudizó la vista a través de los agujeros de su capucha, adelantó una pierna y elevó el hacha. Un rayo de sol impactó en el metal del arma, produciendo un reflejo tan brillante, como macabro.
Rotundo, preciso y poderoso, con los nervios ya digeridos, Nuño consiguió decapitar al condenado de un solo golpe.
El silencio se transformó, de súbito, en una locura colectiva de exclamaciones sin sentido, al tiempo que Nuño mostraba la desalmada cabeza del desdichado.
En primera fila, una mujer se mantenía en silencio, mirando fijamente al verdugo,  mientras le resbalaban dos lágrimas por las mejillas.

Complacida, pensaba para sí: “Qué bien lo ha hecho mi niño. Ha nacido para esto”.



La muñeca.



Cuando cruzaron el pueblo, el soldado Carpenter iba asomado por la escotilla superior de su carro de combate.
Vio unos niños jugando a las canicas, para los que un convoy de guerra no suponía ya una novedad.
Tan solo una niña, que abrazaba cariñosamente a una desharrapada muñeca, levantó el brazo para saludar a Carpenter.
Pasados dos días, obligados a retroceder por un cambio de estrategia, volvieron a cruzar aquel pueblo, ya convertido en escombros.
Carpenter detuvo su vehículo unos instantes, se asomó por la escotilla superior y observó cómo un perro mordisqueaba una muñeca manchada de sangre.




Cambios.

Después de recibir un auténtico bombardeo de información, a través de televisión, prensa, radio, correo, coches con altavoces, pancartas, carteles, folletos, debates, entrevistas, programas electorales y peticiones de amistad en Facebook , me he dado cuenta de que todos nuestros queridísimos políticos hablaban de lo mismo.
Sin excepción, todos nos advertían de que necesitábamos unos urgentes y necesarios cambios.

Sigo sin tener preferencia por ningún partido político. Sigo sin ser capaz de introducir en una urna electoral, un voto que sea de ningún color. Para hacerlo, tendría, como mínimo, que usar una mascarilla.
Sin embargo, esta vez les he hecho caso. He realizado cambios.
Eso sí, los cambios se los he dado al blog.
Antes me gustaba, pero he decidido que, haciendo caso de nuestros –siempre celosos de nuestro bienestar– políticos, había que conducirse hacia un cambio.
Queridos alcaldes, concejales, presidentes, secretarios generales y demás figurantes de carteles, folletos y pancartas: ya he realizado un cambio.
Por favor, no vuelvan a pedirme otro, hasta que pasen unos años.
Muchas racias.
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Encuesta.

Mi amiga Katy, que recorre la vida dando Pasitos Cortos, me ha propuesto contestar a esta encuesta. Después, tendría que invitar a otros amigos blogueros a realizarla. No soy amigo de seguir cadenas, por lo que no invitaré a nadie en concreto. Si alguno os animáis, aquí está. Si no, os invito, por lo menos, a leer las respuestas que se me han ocurrido.  


Una duda. Dudo de todas las personas que afirman no tener dudas.
Una certeza. Que voy a morir.
Un color. Verde.
Un deseo. Que mis hijos tengan una vida plena y feliz.
Una virtud. Dicen que canto bien.
Una frase. Enseñar, es aprender dos veces.
Un sueño.Que los políticos trabajen para los demás. Ya sé que es una utopía, pero es mi sueño.
Un defecto. Si solo fuese uno...
¿Qué significado tiene para ti una hoja en blanco? Un reto con el que disfrutar durante un buen rato.
¿Escribes por necesidad o por afición?. Por afición.
¿Pones música en tu blog? Ya no. Escribí algunas entradas sobre música, pero nunca puesta de fondo. Me desconcentra. Siempre bajo el volúmen cuando leo un blog con música de fondo.
¿Eres una persona sentimental? Mucho.
Si tuvieras que tener un solo sentimiento ¿Cuál sería? ¿Un solo sentimiento? Imposible.
Una pregunta. ¿Por qué? Creo que es la madre de todas las preguntas.
Si desearas algo, ¿Qué pedirías? No tener la necesidad de pedir nada.
Cuando escribes, ¿Qué sientes? Me siento vivo.
¿Eres creyente? Si.
Si no fueras creyente, ¿En qué creerías? Esta pregunta es contradictoria, ¿no?.
¿Qué esperas de la vida? Que me dure lo más posible.
Tienes un blog ¿Por qué? Por casualidad, pero bendita casualidad.
¿Crees que eres una persona a la que se le reconoce su valía? Depende de quién lo haga. Mi madre dice que valgo mucho.
¿Qué esperas del amor? Que no me abandone nunca.
¿Qué le pedirías a la vida? Que tarde mucho en abandonarme.



Más difícil todavía.



Ricky y Clara se habían convertido en la principal atracción del Circo Stromboli.
Criados bajo las carpas, él era la tercera generación de profesionales circenses de su familia; ella, hija de una famosa trapecista, ya retirada. Llevaban tres años casados y también eran pareja artística.
Aquel día, Ricky se mostraba serio y distante con Clara. Un rato antes de la función, se había reunido con el detective, que le había mostrado unas fotografías en las que Clara retozaba desnuda con el domador de leones.
Ya presentados, y cuando el público cesó de aplaudir, Clara y Ricky se colocaron en su posición habitual.
Ricky se acordó de su abuelo, el gran Hilarini. Un gran payaso que sabía separar el trabajo de su vida personal, pues al día siguiente de enterrar a su esposa, tuvo la entereza de salir a la pista central, para hacer reír a los espectadores que abarrotaban las gradas del circo.

El público estaba espectante. Mientras sonaba el redoble del tambor, Ricky, atormentado por las dudas, miraba fijamente los ojos de Clara, al tiempo que se preparaba para lanzar el primer cuchillo.


Amigos: Poco a poco, me voy reincorporando a la blogosfera. Me iré reencontrando con vuestros blogs, para seguir aprendiendo y disfrutando con vosotros. Os echaba de menos.
Por cierto, Barataria tiene página en Facebook. Podéis acceder pinchando aquí. Si hacéis click en "Me gusta", no me darán dinero, ni nada, pero me llevaré una enorme satisfacción. ;)



Volveré pronto.

Muchos amigos me estáis enviando mensajes, pues llevo ausente más días de los que acostumbro.
Disculpad mi tardanza en publicar y, sobre todo, en visitar vuestros blogs. En estos días ando ocupadísimo y, aunque creía que iba a disponer de tiempo suficiente, no está siendo así.
Entre el trabajo, los niños y las obras, -que también estoy de obra-, tendré que ausentarme de la blogosfera unos cuantos días más.

Os echo de menos. Volveré pronto.


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La cena.

Extracto del cuadro "Las hijas de Edward Darley Boit"
John Singer Sargent 



     La cena en aquel refinado restaurante, estaba siendo deliciosa.
El servicio ofrecía un trato exquisito.
Un cuarteto de cuerda liberaba suaves notas musicales, que flotaban en el ambiente. Su sonido solo era distorsionado por el ligero tintineo de las copas y el leve murmullo de los comensales.
Todo era perfecto, hasta que un breve fogonazo me cegó durante un par de segundos.

Fue entonces cuando pude ver a una  preciosa niña, sentada en el suelo, abrazando a una muñeca.
No pude evitar levantarme para ir a su encuentro.
Cuando llegué hasta ella, sin dejar de mirarme fijamente, la niña se levantó y me cogió de la mano.
 
     –Ven.–me dijo, sonriendo.

Entonces me di la vuelta. Pude ver el revuelo que se había formado alrededor de mi mesa. Un señor que decía ser médico, estaba arrodillado delante de mi cuerpo, masajeándome el pecho. En ese momento lo comprendí todo.

     –¿Pero tú no eras un esqueleto que usaba guadaña?– le pregunté a la niña.

Ella me miró y, luciendo una dulce sonrisa, se encogió de hombros.


Pájaros en la cabeza.



Pájaros metálicos volaban, esta vez, abandonando la ciudad.
En la plaza del Ayuntamiento, la actividad era frenética.
La multitud, agolpada, contemplaba un dantesco espectáculo.
Cabeza abajo, colgando del brazo de su propia estatua, se exhibía el cadáver del dictador, anunciando que la guerra había terminado.

En el foro de Nuncamajás, se propuso un reto consistente en escribir un microrrelato, que contuviera cuatro frases consecutivas, que comenzasen, respectivamente, por las palabras "Pájaros-en-la-cabeza". Ésta ha sido mi propuesta.

La noche.



El momento favorito de Ernesto, era el final de la jornada.

Se recostaba en su cama, con los ojos cerrados, recapitulando las actividades diarias.

El desayuno, las clases, el patio,  el gimnasio, alguna  esporádica salida en grupo para visitar un museo, o una visita al despacho del director, por discutir con un compañero sobre qué programa ver en la televisión de la cantina.

La noche.

Se sentía tan acompañado durante todo el día, que necesitaba ese ratito diario de soledad, para entablar una silenciosa conversación consigo mismo y evadirse un poco de la rutina diaria.Luego se dormía y soñaba con la visita de sus padres, que le entregaban un bocadillo, con una hoja de sierra en el interior.

Es que él, a eso de esconder una lima, nunca le había visto utilidad.

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