Sin embargo, si conocemos una tragedia con nombre y apellidos, la sentimos más nuestra. Somos más conscientes de la magnitud de lo ocurrido. Vivimos la desgracia con más empatía, pudiendo imaginar que nos podría haber pasado a nosotros, o cómo nos habría afectado si la hubiésemos vivido.
En eso radica la asombrosa fuerza del diario de Anna Frank, que leí cuando tenía unos quince o dieciséis años. Un testimonio escrito por una niña despierta, inteligente, vivaz y madura, que vio cómo su vida pasó de ser normal, a convertirse en una pesadilla, que terminaría con su prematura muerte en un campo de concentración nazi.
En su diario, Anna nos legó un valioso documento en el que narra sus inquietudes, sus alegrías, sus dudas de adolescente, sus miedos, su situación y la de otras siete personas que permanecieron escondidas en la casa trasera de un edificio de oficinas de Amsterdam, durante dos largos años, hasta que fueron delatados y capturados por las SS, el 4 de agosto de 1944.
Acaban de ver la luz unas imágenes en las que la pequeña Anna se asoma, curiosa, a la ventana de su casa, para ver salir a unos vecinos, que se casaban ese día. Podemos ver a Anna contenta, espectante, llena de vida y alegría, mirando por la ventana. Muy poco tiempo después de aquello, las personas que se ven en las imágenes, vivirían una de las etapas más bochornosas de la historia de la humanidad. Pero eso, nadie entonces lo sabía.
Anna Frank comenzó su diario el 12 de junio de 1942 y escribió en él por última vez el 1 de agosto de 1944, tres días antes de ser capturada e internada en el campo de concentración nazi de Auschwitz.
En Octubre fue trasladada, junto con su hermana Margott, al campo de Bergen-Belsen, al norte de Alemania, donde ambas (primero Margott y unos días después, Anna) murieron de tifus. Se desconoce la fecha exacta de su muerte, aunque se estima que fue entre finales de febrero y principios de marzo de 1945, Un mes antes de que ese campo fuese liberado por las tropas inglesas.
Podría estar viva hoy en día, pero le faltó tiempo.
...Apenas 30 días.