Imagen: Foto Bazar
Penélope abrazó a su bebé con la ternura que sólo una madre puede desatar.
Tumbó al niño sobre una pequeña manta, que previamente había extendido sobre la cama. Le quitó la ropa y le puso un pijamita de lana, para que durmiese abrigado.
Sin apartar la vista de su retoño, retrocedió unos pasos, hasta llegar a un frasco de colonia infantil que tenía sobre la mesita de noche. Derramó unas gotas sobre las palmas de sus manos y las pasó por la nueva indumentaria del bebé.
Luego se tumbó junto al niño, pasándole un brazo por encima, mientras cantaba en susurros una dulce canción de cuna.
Besó la frente de su hijo, con la delicadeza de quien no quiere alterar la perfección.
Se quedó dormida, con una dulce sonrisa dibujada en el rostro.
Javier, que había estado observando a Penélope, desde el umbral de la puerta, abrió su cuaderno y escribió unas notas:
Habitación: 35-A
La paciente no ha experimentado mejoría desde su ingreso.
Sin embargo, desde que le hemos dado el muñeco, aparenta un estado de continua felicidad.
Dejémosla entonces redescubriéndose. La felicidad no se puede comprar y la ternura es un buen jarabe.
ResponderEliminarTremendo relato, Perikiyo...
Un abrazo.
Perikiyo...
ResponderEliminarVuelves a sorpreder con esos inesperados finales. Este relato tiene sus connotaciones tristes y amables a la vez. Penélope era feliz así pese a su estado, asi que era una buena terapia...
Un fuerte abrazo
Monsieur, esta vez el niño era un muñeco, pero si sirve para hacer feliz a una mujer, qué mas da.
ResponderEliminarA mi me encantan los muñecos. Tengo uno que parece real, y no me desprenderia de el por nada.
Buenas noches, monsieur
Bisous
Negrevernis, tienes razón. La felicidad no se puede comprar. Se tiene, o no se tiene, sea por el medio que sea.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Hola, Félix.
ResponderEliminarPues sí, es triste para los que ven a Penélope, pero ella se siente feliz.
Un abrazo, amigo.
Madame, ¿tiene usted un muñeco que parece real?. A mí, ese tipo de muñecos, me dan un poco de miedo.
ResponderEliminarFelices sueños, Madame.
Hola Perikiyo!! Estaba esperando el final y como siempre me sorprendiste amigo. Me encantó.
ResponderEliminarBESOSSSSSSS
Hola, Gabi.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, amiga.
Besos.
uff! me ha puesto la carne de gallina ese final, será porque me he metido en el papel y soy madre...ademas enfermera...has dado en mi punto debil.
ResponderEliminarComo siempre sorprendentes tus relatos.
Muaks.
Alalba...
ResponderEliminarSiendo madre y enfermera, no me extraña que reúnas la sensibilidad suficiente, como para que se te ponga la carne de gallina.
Muaks.
Que dulzura de relato. Hasta el alma femenina mas dañada y fuera de si misma, es capaz de de esos sentimientos elevados que da la maternidad. Está en los genes. La naturaleza los ha acuñado en el corazón de manera imborrable . Tu forma de narrarlo lo hace aún más evidente. El final sorprende pero deja muy buen sabor de boca porque desprende mucha tenura.
ResponderEliminarBuenas noches Perikiyo
Me ha gustado mucho el final, se queda uno en un punto intermedio entre la dulzura y la tristeza. Felicidades.
ResponderEliminarPrecioso relato.
ResponderEliminarMe ha hecho recordar a mi abuela, enferma de Alzheimer, con su muñeco en la mano, no hace demasiado tiempo. La ternura que despiertan los "bebés" en estos pacientes es impresionante.
Muchas gracias.
Besitos.
Lourdes.
Perikiyo, hoy si que no me imaginaba nada del final, me dejas con una sensación agridulce. Por un lado la ternura y la felicidad que es capaz de proyectar Penélope, y su capacidad de disfrutarlo, y por otro la tristeza de que sea solo una fantasía y necesite una falsa realidad para ser feliz, además de estar observada permanentemente, pero sin que sean capaces de ayudarla.
ResponderEliminarMe quedaré solo con que ella es feliz con su muñeco :).
Me encantó, como siempre.
Un besazo enorme.
Que bonito, pero que triste, ¿como se sentirá Penélope si llega a descubrir que lo que tanto quiere no es mas que un muñeco? no me lo puedo imaginar
ResponderEliminarMe he quedado sin palabras y con un nudo en la garganta.
ResponderEliminarEs más que bueno tu relato y de una tristeza...
Besinos. (nunca dejas de sorprender)
Aunque esta vez me imaginé el final antes de leerlo no por eso deja de ser un buen relato Perikiyo.
ResponderEliminarTiene mucha melacolía y nostalgia pero a final de cuentas, deja una sensación agradable, al saber que por lo menos ella en su mundo está feliz con su hijo.
Genial, saludos!!!
Perikiyo, estupendo relato. El inamovible doctorcito ignora la felicidad de Pen´`elope. Vive en su mundo con su hijo y no hay más. Y esa burbuja que se ha hecho alrededor es su propia defensa contra todo. Me ha encantado el final y he odiado al médico. Un besote.
ResponderEliminarKaty, estoy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarNo me cabe duda de que está en los genes. Es algo que los hombre nunca podremos sentir, aunque queramos a nuestros hijos.
Tiene que ser indescriptible, la sensación de tener una persona gestándose dentro de tí.
Besos, amiga.
Hola, Almalaire.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
El final es agridulce, sí.
Bienvenida a Barataria.
Hola, Lourdes.
ResponderEliminar¿Sabes? Es muy curioso que hayas citado el caso de tu abuela. Sabía que tu abuela tenía alzheimer, pero desconocía lo del muñeco.
El viernes pasado, ví bajarse de una ambulancia, a una ancianita, en la puerta del centro de estancia diurna para enfermos de alzheimer de Úbeda.
La mujer llevaba abrazado un muñeco y le daba besos con una ternura inmensa. Tenía una cara de felicidad indescriptible. Para ella, era su bebé, no un muñeco.
En ella me inspiré para escribir este relato.
Un besazo, guapa.
Hola, Nikkita.
ResponderEliminarSí, amiga, quédate con eso. La felicidad, aunque esté basada en una ilusión, siempre es felicidad.
Un besazo.
Hola, Toñi.
ResponderEliminarLa ilusión en la que Penélope basa su felicidad, es el único bálsamo que puede calmar su dolor.
Por tanto, no creo que quiera descubrir la verdad. La única verdad que ella quiere, es la que se ha fabricado.
Muchas gracias por tu visita.
P.D.: No puedo acceder a tu perfil.
Fabia...
ResponderEliminarEres una persona muy sensible, por lo que no es de extrañar tu nudo en la garganta. Lo siento.
Quedémonos con la felicidad de Penélope.
Por cierto, desde aquí, te vuelvo a desear un feliz cumpleaños.
Besos, amiga.
Gracielawer... la intuitiva Gracielawer.
ResponderEliminarMe alegro de que, esta vez, te quedes con una sensación agradable.
Muchas gracias por tus palabras.
Saludos, desde el otro lado del Atlántico.
Hola, Meg.
ResponderEliminarUff, eres muy temperamental.
No odies demasiado al médico. Ten en cuenta que él también tiene su propia burbuja, que le proteje ante tanto dolor que tiene que presenciar cada día.
Al fin y al cabo, fue él quien le proporcionó el muñeco a Penélope. Por tanto, fue él quien le dio la llave de su artificial felicidad.
Un besazo, amiga.
Creo que la verdad a veces es más importante que la felicidad...pero en algunos casos, la felicidad es lo único que importa, y más si el sentido de la realidad parece haberse perdido, supongo. Muy hermoso. Pero...¿entonces por qué no se me quita el sabor a metal de la boca tras la última frase? :(
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta el nombre que has elegido para la protaginista de tu relato.
ResponderEliminarSiempre he asociado a Penélope con una mujer que espera a ese amor imposible, o simplemente a su Ulises guerrero y temerario...
Pero nunca la había contemplado como madre hasta hoy.
Y me has desarmado con tu relato porque sí, porque no hay amor más hermoso, desinteresado, puro e incondicional que el que sientes por tus hijos.
Me quedo con esos pequeños gestos de ternura que imprimes como siempre a cada cosa que escribes. El pijama de lana, la colonia impregnada en sus manos, la dulce canción de cuna entre susurros, el beso de buenas noches en la frente.
Porque a pesar de su enfermedad, del aparente desvarío que padece, no ha perdido la capacidad de amar a su hijo-muñeco, o tal vez la ha descubierto precisamente gracias a ese niño de plástico...
Con qué poquitas líneas consigues conmoverme, mi querido amigo.
Mil besos en la frente con olor a Nenuco.
Explorador, no se te quita el sabor a metal, porque, lo que tienes dentro del pecho, sirve para algo más que para bombear sangre.
ResponderEliminarSaludos, amigo.
Elena...
ResponderEliminarEs cierto: no hay amor más puro que el que sientes por tus hijos.
De hecho, cuando tienes hijos, es cuando, verdaderamente, sabes lo que te quieren tus padres.
He elegido el nombre de Penélope, porque es una mujer que está sola y echa en falta al amor de su vida, a su razón de ser.
Mmmmmh ... qué bien huelen esos besos que me has mandado.
Te mando yo un millón.
Hola, Perikiyo,acabo de leer tu magnífico relato, excelente el final. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Antorelo.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado.
Saludos.
Que tristeza para el que lo ve desde fuera pero, al mismo tiempo, que alegría y que felicidad para ella.
ResponderEliminarSaludos
Impresionante relato Perikiyo, lleno de humanidad y ternura como todo lo que escribes.
ResponderEliminarMe llegó a lo más profundo.
Hay veces que la vida es tan dura que tenemos que cerrar la puerta a la realidad y refugiarnos en nuestra locura para ser un poco felices. Dejémosla que lo sea.
Un abrazo desde Sevilla
Hola, Flores.
ResponderEliminarSon las dos caras de la moneda.
Un abrazo.
Ceferina...
ResponderEliminarEs cierto. Si la realidad es tan insoportable, podemos crear un sueño que nos ayude a evadirnos.
Un beso.
Difícil de opinar si es mejor ser infeliz,o para no serlo crearse un estado de felicidad artificial...
ResponderEliminarComo siempre un placer leerte.
Un cordial saludo.
Sagitaire17...
ResponderEliminarCuando la situación es difícil, la opinión siempre se hace igual de complicada. Así son las encrucijadas de la mente.
Saludos, y gracias por la foto. ;)
Vaya, vaya. Que bueno, estaba tratando de imaginarme el final pero me volvió a sorprender.
ResponderEliminarUn saludo,
Chico, se me pusieron los pelos de punta al leer la nota. De verdad, eh?
ResponderEliminarVenir y leerte es, es...es inefable lo que he sentido, gracias por compartir. Bueno, triste, pero de una dulzura que me ha dejadoooo, tal como te he dicho. Tal vez exagero, pero es la purita realidad.
Andri
Nacho...
ResponderEliminarCada vez es más difícil, pero intentaré seguir sorprendiendo.
Gracias por pasarte por aquí.
Un saludo.
Hola, Andri.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
También por tus exageraciones.
Un beso.
me llegaste! como siempre! Y mas aún porque lo he visto!
ResponderEliminarLa felicidad esta dentro de nosotros creo, y entre menos cuerdos, mas felices.
saludos!
Muy bueno Perikiyo, muy bueno, me dejaste pensando en como nos ingeniamos para esquivar el dolor para que no nos aniquile. Cariños
ResponderEliminarAkanesita...
ResponderEliminarYo también lo he visto.
Se puede ser feliz, siendo cuerdo.
Lo que pasa es que hay veces en que la locura es la única máscara que podemos colocarnos, para escapar de la dura realidad.
Un beso.
Hola, Cris.
ResponderEliminarLa mente, en ocasiones, es capaz de engañar al corazón.
Un beso, amiga.
Era tan bonita la escena...tan serena...... Se me ha erizado la piel al leer el final. Dos realidades en una ¿ O tal vez una realidad dividida?
ResponderEliminarGenial Perikiyo.
Un beso.
duro, muy duro... impactante!
ResponderEliminarCuchu...
ResponderEliminarSon dos interpretaciones distintas de una realidad.
Un besazo.
Hola, Oscar.
ResponderEliminarEs duro, impactante y real como la vida misma.
Saludos.
¡Hola perikiyo!
ResponderEliminarBuenos días...
Si me permites le diría a Javier que no comparto su diagnóstico. Ahora ella está feliz.
Y esto te lo digo a ti:
El contrapunto de llamarle a ella, en esa nota tan fría, paciente con la enorme ternura que rezuma Penélope me ha conmovido.
La mayor prueba de amor que hay es la que tan bien consigues transmitirnos.
Darse en cada gesto. Dar sin esperar nada a cambio.
Un beso y otro y otro...
¡Mar!
ResponderEliminarNo sabes cuánto me alegro de volver a verte por aquí.
Llevaba mucho tiempo sin saber de tí.
Agradezco enormemente tus hermosas y acertadas palabras.
Siempre es bueno contar con alguien que sabe lo que es el amor.
Mil besos, amiga.
Hola Perikiyo!
ResponderEliminarFantástico tu relato! Me encanta tu modo de escribir con ese lenguaje tan sencillo pero que encierra tanto sentimiento y profundidad!!
Sin duda el relato está lleno de ternura y de una maternidad frustrada que Penélope trata de suplir viviendo en sus sueños.
Y yo me pregunto, ¿Dónde está la verdad?
Besos
Buena pregunta,Grandolina. Buena pregunta.
ResponderEliminarUn beso
Belleza y ternura encubierta por un halo de tristeza... el de la enfermedad de la protagonista.
ResponderEliminarGenial el relato.
Besos y feliz viernes, Pedro Cruz = Perikiyo = artista
Me ha encantado, si bien cuando llegué al final me entristecí...asi es la vida, pero pese a todo ella es feliz...dejemosla¡ Feliz fin de semana. Saludos
ResponderEliminarJa,ja,ja. Muchas gracias, Noe.
ResponderEliminarCarpediemdeando=Noemí=exagerada.
Besos.
Hola, Ramón.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Feliz fin de semana.
jajaja, gracias por esta ración extra de risas que me acabo de echar ;)
ResponderEliminarUn beso y feliz finde!
Hola Perikiyo!! Paso a saludarte y a agradecerte tus palabras cariñosas amigo. Las valoro y aprecio mucho. Es importante que los amigos aún en la distancias estèn tan cerca con su afecto. Gracias por tu amistad.
ResponderEliminarBesosssss
Genial! Me encantó! Tierno, inesperado, esperanzador.
ResponderEliminarSaludos :)
Muchas gracias Vaeneria.
ResponderEliminarTe doy la bienvenida a Barataria.