Metamorfosis.

  Imagen: Foto Bazar


Emilio no siempre fue un triunfador.

Hubo un tiempo en que tenía que levantarse a las tres de la madrugada para ir a trabajar, descargando camiones de fruta, de lunes a viernes. 
Por las tardes, vivía esclavo del teléfono móvil, por si le llamaban para hacer cualquier chapuza, con la que  ganarse un dinero extra.
Los fines de semana, trabajaba como pinche de cocina en un restaurante. 
Era la única forma de hacer frente a la hipoteca, la letra del coche y una interminable lista de facturas mensuales, que cubrían sus necesidades en una cara ciudad,  pero agotaban su cuenta corriente.


Un buen día, todo cambió. 

Emilio decidió darse una oportunidad a sí mismo, hacerse más caso, seguir sus propios consejos. 
Hizo una pequeña inversión, que resultó ser muy rentable.
Le salió bien. 
Así, Emilio dejó atrás los madrugones, los camiones de fruta, las chapuzas y la cocina. 
Ya no tenía que estar pendiente del teléfono móvil. 
Mandó a freir espárragos al banco.
Su cara reflejaba serenidad y satisfacción.
Ahora era un triunfador, porque tenía absolutamente todo lo que necesitaba. 

Para conseguirlo, sólo le hicieron falta siete notas musicales y una sonrisa.



Gracias,  simpático músico callejero, por inspirarme esta entrada.
Related Posts with Thumbnails