El olor de la sangre.




Imagen: Blood Splatter. Autor: reznor70


Tenemos hambre. 
Nececesitamos comida, pero conseguirla se ha convertido en un juego mortal.
El enemigo acecha en cada sombra, en todos los rincones, detrás de cada esquina. 

Cada vez quedamos menos. No ganaremos esta guerra.

Anoche perdí a mi  compañero. Siempre salíamos juntos a buscar víveres, pero fue atrapado. 
Pude escapar por muy poco. 
Mientras huía escuché sus gritos, que quedaron ahogados en un último estertor. 

Por primera vez, percibí el sonido de la muerte y el olor de la sangre.

 Tengo que buscar la forma de huir de este infierno del que somos víctimas, sin haber hecho nada malo.

No hay forma de entender esta absurda y dantesca situación.

No hace mucho tiempo, nuestra vida era mejor.  Antes de la invasión, no existía el miedo. Nuestros hijos correteaban por todas partes, sin peligro.

Todos convivíamos en paz, hasta que vino el maldito gato.






 ©2007-2009 AKAcorn Fuente: Foto Bazar

Venganza.



Apartó bruscamente las cosas de la mesa y volcó sobre ella el contenido del bolso. El tablero se cubrió con un paquete de pañuelos de papel, un estuche de maquillaje, pintalabios, un bolígrafo, una caja de chicles sin azúcar, un bote de crema hidratante, el botecito de laca de uñas y una pequeña llave. La llave.
Llevaba tiempo madurando este plan, pero hasta ese día, no había encontrado la ocasión. Tenía poco tiempo hasta que ella volviera.
Por fin se iba a poder vengar de la lista, la guapa,  la que siempre sacaba buenas notas, la que tenía un novio que agradaba a mamá, la perfecta. Su odiosa hermana había cometido, por fin, un error.

Asiendo la llave como si se tratase de una potente arma, se apresuró a entrar en el dormitorio de su víctima. Sobre el escritorio, se encontraba el pequeño cofre, en el que la hermana guardaba sus mayores secretos. Tal vez alguna foto comprometedora, su diario o una carta de amor. Cualquier cosa le serviría como herramienta para humillarla, y así alcanzar su ansiada venganza.

Cuando abrió el cofre, sólo encontró un pequeño papel con una frase escrita que decía:



"¿De verdad me crees tan tonta?"

Su hermana, que acababa de llegar, ya sonreía, apoyada en el quicio de la puerta.


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