Capuchinos de Palermo. Una forma distinta de enfrentarse a la muerte

Hace años leí, no recuerdo dónde, un reportaje sobre las catacumbas de los Capuchinos de Palermo, en Sicilia. Dichas catacumbas resultan un atractivo turístico, no por su arquitectura, ni por su profundidad ni por su tamaño, sino porque albergan en su interior nada menos que 8000 cadáveres. Pero lo especial no es la cantidad de cadáveres, sino la forma que tienen de almacenarlos. Todos están momificados y sin enterrar.

Los capuchinos se dieron cuenta de que el sitio en el que estaban ubicados reunía unas características idóneas para la conservación de los cadáveres, ya que había muchas corrientes de aire y (lo más importante), nada de humedad.
El primer cuerpo que momificaron fue el de San Silvestro de Gubio, un monje con fama de santo al que quisieron conservar sin enterrar para poder rezarle. Fue en el año 1599. A partir de esa fecha y hasta buena parte del siglo XIX se fue haciendo común la conservación de los cuerpos, al principio de los monjes, extendiéndose luego a los habitantes del lugar, que pagaban a éstos para que los momificasen. Hubo incluso ciudadanos que dejaron por escrito qué ropas querían portar cuando fuesen expuestos y qué indumentaria debían ponerles una vez pasado un tiempo.
La técnica que usaban los monjes era dejar el cadáver en una cueva sin humedad durante 8 meses, para que el cuerpo "sudase" y perdiese toda hidratación. Después era limpiado con vinagre y colocado en una terraza, hasta que la piel quedaba como el cuero curtido. Esto, en ocasiones, dotaba a las caras de gestos realmente tétricos y grotescos.
Las momias están
clasificadas por Hombres, Mujeres , Niños, Monjes, Vírgenes y Profesionales, entre los que se pueden
encontrar médicos, soldados con uniformes de la época, jueces, etc. También se pueden observar ropajes de distintas épocas.
Pero sin duda, el caso más emblemático e impactante es el de la niña Rosalía Lombardo, una criaturita de tan sólo dos años, que fue momificada con una técnica inventada por el doctor Solafia, médico que se llevó el secreto
a la tumba. La niña es conocida como la bella durmiente, pues se conserva tal y como estaba en el momento de su muerte, y parece estar plácidamente dormida desde el año 1820 en que fue embalsamada.
Aunque no están permitidas las fotografías ni las grabaciones, existen multitud de turistas valientes que consiguen tomar imágenes de las catacumbas, pues no están demasiado vigiladas.
Una frase muy significativa es la que reza en el lema de las catacumbas: "Lo que nosotros fuimos, tú lo eres ahora. Lo que nosotros somos ahora, tú lo serás."

Sin duda una forma diferente de enfrentarse a la muerte. Espero que a las almas de todas estas personas no les de por visitar a sus cuerpos, pues seguro no les gustaría alojarse en ellos.

La iglesia está situada a las afueras de Palermo, en Sicilia, y constituye uno de los atraca que es la única de
tivos turísticos de la ciudad. Supongo que nos sentimos atraídos por la muerte, yuda que no podemos eludir en esta vida.




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