Una pieza de museo: la curiosa historia de un engaño.

     Todos hemos visitado un museo alguna vez. Curiosos lugares. Los adoro. Están llenos de objetos valiosos y únicos, difíciles de conseguir, algunos de valor incalculable.
Nos ponemos delante de un objeto durante largo rato. Lo observamos con atención. Lo estudiamos con detenimiento. Lo admiramos. Leemos el cartelito que nos explica sus características, su historia, su valía, su singularidad, su antigüedad. Si nos dejan, obtenemos una fotografía. Salimos del museo con nuestra curiosidad satisfecha. Más sabios. Más cultos. Serenos. Con más cosas que contar.
     En 1969, los famosos astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins emprendieron una  triunfante y vanagloriosa gira mundial, con motivo de su alunizaje con el Apolo 11. Habían conquistado nuestro satélite. Pisaron la Luna. 
     A su paso por Holanda, regalaron en nombre de Estados Unidos, a través de su embajador, un trocito de Luna, al entonces primer ministro del país de los tulipanes, Willem Drees. Se trataba de una piedra lunar del tamaño, más o menos, de un ratón -de ordenador-.
La familia de Drees donó tan preciado mineral al Museo Nacional de Amsterdam, el "Rijksmuseum".
Desde entonces la piedra lunar ha estado expuesta en el citado museo, para admiración y deleite de miles de visitantes que se han puesto delante de ella durante largo rato; la han observado con atención; la han estudiado con detenimiento; la han admirado; han leído el cartelito que les explicaba sus características, su historia, su valía, su singularidad, su antigüedad; y, si han podido, la han fotografiado. Han salido del museo con su curiosidad satisfecha. Más sabios. Más cultos. Serenos. Con más cosas que contar. En fin, lo que suele pasar cuando se visita un museo.
     Lo malo es que ha sucedido un hecho decepcionante: a unos expertos geólogos les ha picado la curiosidad y han analizado minuciosamente la roca en cuestión, para llegar a la conclusion de que no es una roca lunar. Ni siquiera es un mineral.
Se trata de un trozo de madera petrificada de origen desconocido -aunque seguro que no es de la luna, pues allí no hay madera, que se sepa-,  cuyo valor no es superior a 50 €. Conviene señalar que el museo la tenía asegurada en 50.000 €.
Descubierto el engaño, los responsables del museo van a seguir exponiendo la falsa piedra lunar. Después de todo, ahora que se ha destapado el engaño del que fue víctima el museo, quizás despierte más curiosidad que antes.
     Aunque imagino que cambiarán la póliza del seguro de la piedrecita.
 
Falsa piedra lunar. Fuente: Diario El País.

11 comentarios:

  1. Ya lo decía yo: era un trozo de atrezzo de los escenarios que Stanley Kubrick ideó para filmar el "supuesto" primer alunizaje. Ya lo decía yo, ya lo decía yo.

    Un abrazo Perikillo. Un abrazo.

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  2. Otro abrazo para tí, Medina. Rezumas buen humor. Se nota la felicidad de tu reciente paternidad. Me alegro. Un besazo para Gabriel.

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  3. Pues la verdad, que es un hecho lamentable, ya que se trata de un museo, creo que deberían analizar bien con profesionales que conocen bien el tema, antes de poner una piedrecita a exposición del publico que los visita.

    Saludos...

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  4. Si ni es seguro que estuvieron en la Luna en este momento.....Los que estarán encantados con la falsa piedra esta son los que defienden la hipótesis del falso viaje.
    Un saludo.

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  5. Gracias por la visita, Eduardo.
    Precisamente esta misma mañana he puesto la nube de etiquetas, tal y como explicas en tu blog en la entrada del 11 de agosto, sin tener que modificar la plantilla.
    ¡¡¡Funciona!!!.
    Muchas gracias.

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  6. Tienes razón, Sagitaire17. Ahora los que afirman que no se pisó la Luna verán reforzados sus argumentos.
    Muchas gracias por tu visita.

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  7. ¿Es posible que el Museo aceptara este "regalito" de los americanos y que antes de exponerlo como la joya de la corona no le hicieran ningún estudio geológico? Rrrarrro rrrrarrro rrrrarrro...

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  8. Hola, Perikiyo. Paso a despedirme hasta la vuelta y me encuentro un post que, como puedes suponer, me ha hecho un montón de gracia. Sobre todo porque yo pensaba que eso de la picaresca era algo exclusivamente nuestro. Esto me recuerda al famoso pavo que George Bush nos coló a todos en la comida del día de acción de gracia en Irak.

    Un abrazo.

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  9. ¡¡Hola Irene!!
    Desde luego que es rrarrro, rrarrro, rrarrro. Fíate tú de los americanos.
    Un besazo para tu princesa Macarena.

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  10. Onminayas, nuestra picaresca es mucho más inocente y noble que la de los yankis. Nosotros tenemos a nuestros Lázaro de Tormes, Diablo Cojuelo, Buscón y compañía, que recurrían a la triquiñuela para poder comer. Ellos son capaces de engañar a todo un país, o todo un planeta, con un pedrusco, un pavo de goma e incluso una falsa autopsia de un extraterrestre. Estos yankis....
    Disfruta de tus vacaciones.

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  11. ¡Cómo lo sabes, Perikiyo, cómo lo sabes......!

    Un abrazo, amigo.

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