Juan no era un chico corriente. Poseía una gran inteligencia. Era un chico listo, despierto, avispado y resuelto. Cuando quería algo, lo buscaba, sin más. No se andaba con remilgos, ni rodeos, ni excusas. No hacía caso de las miradas ajenas, ni del "qué dirán". Siempre desoía los consejos que le daban.
Tenía muchos defectos, pero los compensaba con una gran virtud: era un líder. Dentro de un reducidísimo grupo de gente -los amigos del barrio- pero líder, al fin y al cabo.
Sus amigos le admiraban. No conocían a nadie con tanta determinación como Juan, ni con una bicicleta tan bien preparada como la suya.
Juan no iba al colegio, no veía la televisión, ni sabía quién era el presidente de los Estados Unidos.
No había montado en avión, ni en barco, ni en tren. Nunca había visto el mar, ni oído hablar de la depreciación del dólar.
No conocía la tabla periódica de los elementos, ni a qué temperatura se congela el agua.
Pero tenía una cosa muy clara: si encontraba algún tesoro, siempre había alguien que pagaría por él.
Por eso, Juan salía cada mañana, decidido a encontrar nuevos tesoros que vender, buscando entre contenedor y contenedor.
Hice esta fotografía, un domingo cualquiera, en una ciudad cualquiera.
Un post muy sensible y lleno de sentimiento. Me ha traído el recuerdo de cuando era pequeña, había leído la isla del tesoro y todo mi afán era encontrar uno. Hay muchos buscadores de tesoros por desgracia en las ciudades. Yo me tropiezo con unos cuantos que lo hacen y sin bicicleta...
ResponderEliminarOjalá pudiésemos cambiar algo.
Besos
A veces, tan solo a veces, se encuentra algun tesoro. Lastima que un niño tenga que buscarlos ahi.
ResponderEliminarNuevamente me ha gustado mucho el fondo de ternura de su relato, monsieur.
Buenas noches
Bisous
Perikiyo, por un lado, es una historia triste, viendo la foto, pero por otro, muchas veces, quien menos cultura tiene, tiene una gran sabiduría, sobre todo para sobrevivir. Si además Juan es un líder en su grupo, seguro tiene mucho olfato para encontrar esos tesoros, y no todos tenemos esas capacidades, por muy culturizados que estemos.
ResponderEliminarRelato fantástico, como siempre.
Besos.
Hola Perikiyo!! Muy bueno amigo. Y de una realidad que duele. Me encantó,un excelente final.
ResponderEliminarBesosssss
Katy...
ResponderEliminar¿Quién no ha querido buscar un tesoro de pequeño?
Me uno a tu deseo: ojalá pudiésemos cambiar algo.
Besos.
Madame, sí que es una lástima que un niño tenga que buscar tesoros ahí.
ResponderEliminarLos niños deberían buscar otro tipo de tesoros.
Gracias por sus palabras.
A sus pies.
Hola, Nikkita.
ResponderEliminarEso es, precismente, una de las cosas que me transmitió el niño al que fotografié. En la foto sólo se ve una imagen estática, pero estuve observándolo un rato y pude ver seguridad, destreza y, como dices, sabiduría.
Sabes ver más allá de la primera impresión, por eso siempre sueles dar en el clavo.
Besos.
Hola, Gabi.
ResponderEliminarTienes razón. La realidad, muchas veces, duele. Lo malo es que ese dolor suele ser duradero.
Un sueño puede doler, pero se pasa al despertar.
La realidad, en cambio, sólo deja de existir mientras se sueña.
Besos, amiga.
El destino no debiera estar marcado al nacer...
ResponderEliminarOjalá encuentre el tesoro que no está buscando. Ese tesoro compuesto por libertad (y el conocimiento necesario para ejercerla), igualdad (de la de verdad, no de la que nos venden), la dignidad, el pleno desarrollo como persona....
Muy bueno el relato, tal y como nos tienes acostumbrados. Ya nos contarás por donde andabas ese domingo.
Saludetes!!
Un tema muy sensible, en realidad es increíble la cantidad de cosas que tiramos sólo porque nos estorban y que para muchos otros son verdaderos tesoros.
ResponderEliminarSaludos Perikiyo =)
Buena bofetada nos has dado, al menos a mi, has vuelto especialmente sensible con los que menos tienen, donde habrás estado para darle tantas vueltas...
ResponderEliminarBien cierto es que que es mas feliz quien menos necesita.
Deberíamos de fijarnos en los que sufren e intentar hechar una manita.
Como, casi, siempre para pensar.
Saludos
No permitamos que la lástima sea el último de nuestros sentimientos ante esa foto.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Hombre, Mo!
ResponderEliminarMe alegro de verte asomar por aquí.
¿Sabes? Soy de los que piensan que el destino se puede cambiar. Lo que pasa es que, en la vida, a veces pesan más las circunstancias, que la voluntad de hacer un cambio.
La foto la hice en Córdoba. Pero podría haberla hecho en cualquier otra ciudad.
Espero verte el próximo día 8, entre encinas y ante una cervecita, con una buena conversación de por medio.
Un abrazo.
Hola, Gracielawer.
ResponderEliminarTodo está muy mal repartido. Lo que a unos les sobra, a otros les puede suponer un hallazgo de valor.
Saludos, amiga.
Hola, Flores.
ResponderEliminarTe pido perdón por la bofetada. No era mi intención. ;)
La verdad es que no he ído a ningún sitio. Sólo me ausenté de la blogosfera, para hacer unas cosillas que tenía pendientes, pero nada más.
Lo que pasa es que, últimamente, me da por hacer pequeños viajes para hacer fotos, y, entre monumento y monumento, a veces me doy de bruces con estas historias.
Tienes mucha razón. Deberíamos, entre todos, ayudar un poquito.
Saludos.
Negrevernis, sabias palabras.
ResponderEliminarLo malo es que yo, -he de confesarlo- sí sentí lástima cuando ví a aquel chico. Me topé varias veces con él y pude observarlo durante un rato. Se le veía listo, despierto, totalmente adaptado a una vida difícil. Dicen los psicólogos, que la inteligencia es la capacidad de adaptación.
Sentí lástima ver una inteligencia desperdiciada entre contenedores de basura, por circunstancias totalmente ajenas a la voluntad de su dueño.
Saludos.
Perykillo...
ResponderEliminarEmotivo tu relato que nos dejas amigo. Tristemente es la vida de muchos jovenes, líderes de su barrio, pero sin embargo con un futuro poco esperanzador, y claro, para Juan, cualquier cosa era un tesoro...
Un fuerte abrazo
Tal vez su mayor tesoro sea que está convencido de encontrar un tesoro donde otros arrojan lo que les sobra, al menos mientras mantenga la inocencia de niño, cuando se haga mayor, prematuramente lo más probable, su tesoro se topará con la cruda realidad que le rodea.
ResponderEliminarCada vez se ven más buscadores de tesoros por nuestras calles, es sobrecogedor.
Hoy me he pasado, disculpa el rollo.
Besinos.
Félix...
ResponderEliminarClaro. Las circunstancias que rodean a las personas, hacen que cambien las escalas de valores. Personas distintas dan importancia a cosas distintas.
Un abrazo.
Hola, Fabia.
ResponderEliminarTienes razón. Cuando crezca, cambiará el cuento.
No te has pasado. Nunca te pasas. Así que no pidas perdón. Tus palabras no han sido ningún "rollo".
Besinos.
Muy emotivo, con la foto al final. Me he acordado de los versos de... ¿Calderón de la barca?, sobre el sabio que se quejaba y veía al final a otro que estaba peor. Muchas veces lo que no apreciamos puede ser un tesoro para otros. Convendria adoptar más esa perspectiva, ante esta cultura de la queja que nos invade. pero es difícil. Así que gracias por recordárnoslo, siempre viene bien.
ResponderEliminarUn saludo :)
Esto es como un zamarreo en toda regla para que nos demos cuenta de la realidad tan cruda que viven algunas, muchas personas. Entre ellas un chiquillo que lo que devería, es estar dando patadas a una pelota.
ResponderEliminarMe has tocao la fibra.
Pienso en lo triste que deverá ser para sus padres.
Saludos.
Porque ando medio despistada, te escribí en el post anterior, pero no quiero desperdiciar la oportunidad de saludarte nuevamente querido amigo.
ResponderEliminarBesos
Hola mi Perikiyo querido:
ResponderEliminarComo siempre, nos regalas un pequeño instante, un momento fugaz recubierto de ternura...
Buscador de tesoros el pequeño Juan. Ese que consigue ver algo valioso donde probablemente los demás solo veríamos un trasto inservible, tal vez un montón de basura...
Ahí reside la magia. En encontrar tesoros brillantes en cualquier lugar, en cualquier cubo de basura de los que la vida interpone en nuestro camino...
Ojalá pudiésemos ver la vida con los ojos de tu pequeño líder. Creo que se nos antojaría un lugar mucho mejor por el que transitar.
Un fuerte, enorme y sonoro beso para tí, que por cierto, sí que eres un auténtico tesoro...
Hola, Explorador.
ResponderEliminarTienes mucha razón. Estamos invadidos por la cultura de la queja. En ocasiones hacemos un mundo de problemas que, si lo pensamos, son nimiedades. Hay muchas formas de vivir.
Gracias por tus palabras.
Un saludo.
Ceferina...
ResponderEliminarYo también me llevé un zamarreo, cuando, yendo de turismo, con mi cámara al hombro, me dí de bruces con este chaval.
Como afirmas, debería estar dando patadas a una pelota, o haciendo los deberes del colegio, o leyendo un cómic. Pero eso son cosas de niños, y nuestro amigo, aunque no es un hombre aún, dejó de ser un niño hace tiempo.
En cuanto a sus padres, ...no sé. Tal vez sus padres no sean un modelo a seguir. Tal vez no estén tristes y sean indiferentes ante la situación de su hijo. Tal vez, simplemente, no sean, no estén. Quién sabe.
Saludos.
¡¡Orianna!!
ResponderEliminarMis mejores deseos, amiga. Espero que te vayas recuperando.
Muuuuuuuuuuuchos besos.
¡Ah, ya está aquí mi querida Elena!
ResponderEliminarEso es, amiga: ahí reside la magia.
Hay quien aprende a encontrar tesoros, donde otros ven desperdicios.
Dentro del abismo más oscuro, puede encontrarse un rayito de luz.
Gracias por dar luz a mi abismo.
Ahora que se me ha pasado un poco el rubor de las mejillas, tras recibir tus hermosas palabras y tu beso, te mando otro igual.
Un fuerte abrazo, de esos "apretaos".
Los tesoros que buscaba lo ayudaban a vivir, pero el más valioso, el que nunca podría ni comprar ni vender, estaba dentro de él.
ResponderEliminarBesos
Quizás tu post es la forma mas humilde y dulce en que podemos ver esta realidad. Siempre buscando tesoros, Internos o externos, Todos estamos. Deberíamos a veces tener la determinación que tiene juan.
ResponderEliminarSaludos!
¡¡Hola, Cris!!
ResponderEliminarCelebro que estés de vuelta.
Puede que todos llevemos un tesoro dentro. Lo importante es saber descubrirlo.
Besos.
Hola, Akanesita.
ResponderEliminarInteresante punto de vista, el tuyo.
No te falta razón, cuando expresas que todos estamos en la búsqueda de tesoros, internos o externos.
El truco está en saber encontrar la cruz marcada en el mapa.
Un saludo, amiga.
Reflejas una cruda realidad con mucha delicadeza. Para algunos es bonito vivir así porque es su elección...pero para muchos es solo su forma de supervivencia.
ResponderEliminarMuy bueno Perikiyo.
Un beso
Hola Perikiyo!
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por mi blog y por tu comentario.
Ojalá tu relato fuera siemplemente un cuento y estuvieramos hablando de tu estilo literario,excelente, por cierto, ojalá estuvieramos hablando de un buscador de tesoros imaginarios, pero la imagén nos devuelve a la dura realidad de la que quizás todos seamos un tanto responsables.
Gracias por compartir.
Un beso
Realmente muy sensible, a mi también me gustaría encontrar un tesoro y me gustaría no mortificarme mucho por esta vida que a veces tiene más complicaciones, con lo sencilla que podríamos hacerla.
ResponderEliminarEse chico es un ejemplo, un abrazo,
Andri
Hola, Cuchu.
ResponderEliminarSí. Es una cruda realidad, a la que, quizás por su cotidianidad, estamos demasiado acostumbrados. Eso suele causar indiferencia.
Hablando de estar acostumbrados, a ver cuándo nos regalas otro cuento, que los echamos de menos.
Un beso. Muchas gracias.
Hola, Grandolina.
ResponderEliminarTienes razón: todos somos un poquito responsables. Unos en más medida que otros, pero a todos nos toca nuestra parte de responsabilidad.
Ha sido un placer encontrar tu blog. Será un placer seguir leyéndote.
Bienvenida a Barataria.
Un beso.
Hola Andri.
ResponderEliminarPues te deseo que encuentres ese tesoro que tanto ansías. A lo mejor lo tienes más cerca de lo que imaginas.
Un abrazo.
Está claro que no todas las personas tienen las mismas oportunidades en la vida y ahí está el resultado. Una persona, un niño, que puede encontrar algo útil en ese o en otro contenedor y en eso no le gana nadie, en encontrar sus pequeños tesoros y tal vez tampoco en humildad y en honradez.
ResponderEliminarPero quien sabe si aún llevando esa vida, como la del niño de tu relato, sean más felices que otros que lo tienen todo...
Saludos.
Hola, Európides.
ResponderEliminarSí. A veces, la felicidad no radica en tenerlo todo, sino en no echar en falta nada.
Saludos.
Hola pedro o mejor¨¨ perico delgado¨^ me a gustado esa historia pero deberias de haber mejorado ese final!!porque si busca para comer no creo q le eche muchos dineros a la bici no?
ResponderEliminarHola Perikiyo!
ResponderEliminarMuy chula la plantilla de tu blog!
Espero tener algún día una pesonalizada.
Te dejo un regalin en el siguiente link:
http://s802.photobucket.com/albums/yy301/Grandolina/A%20La%20Luz%20De%20Tu%20Mirada%201/
Un beso
Hola, anónimo, (aunque, por las faltas de ortografía, creo que eres Agustín) je,je.
ResponderEliminar¿Dónde está escrito que que invierta mucho dinero en su bici?
Anda, prepárate para esta tarde, que vamos a sudar un poquito con las bicicletas. El calor aprieta. Eso sí, verás que delgaditos vamos a estar este verano. Vamos a tener que espantar a las mujeres a garrotazos. Bueno, a las nuestras no. Ji,ji.
Saludos, campeón.
Muchas gracias, Grandolina. Me alegro de que te haya gustado la plantilla. Me he acostumbrado tanto a ella, que me costaría trabajo cambiarla.
ResponderEliminar¡¡Gracias por el regalo!!
En el menú de la parte superior de mi blog, hay un apartado llamado "Premios". Allí se pueden ver los regalos de mis amigos de la blogosfera. El tuyo ya está, para quien lo quiera ver, con enlaces a tu blog.
Me acabas de conocer y ya me estás haciendo regalos. Eres un cielo.
¡¡Besos!!.
Emotivo, tierno, real...muy buen relato.Saludos
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