Entre algodones.


Aquella noche del invierno de 1.955, José estaba extenuado. A pesar de haber trabajado mientras hubo luz y de no haber comido, el cuerpo no le pedía cenar. Tampoco le apetecía pasar el acostumbrado rato junto a los mayores, escuchando sus anécdotas, chistes y batallitas. Aquella noche, no.
Llevaba ya tres semanas trabajando en aquel cortijo, pero se había adaptado bien, a pesar de tener sólo once años y haber tenido que abandonar el colegio. Pero es que eran muchos hermanos, y el hambre puede más que las letras.
Le costó trabajo retener las lágrimas al despedirse de su madre, mientras ésta le besaba repetidas veces y le decía que tuviese cuidado, que fuese prudente, que hiciese caso de todo lo que le dijeran  y que se abrigase bien, pero consiguió mantener la compostura.
No le supuso un gran problema tener que ir caminando más de veinte kilómetros hasta llegar al cortijo, pues, a su edad, era toda una aventura. Además, su madre había hecho un esfuerzo económico, y le había comprado un kilo de naranjas para el camino. Le supieron a gloria. Cuando se las comió, aún divisaba el pueblo, si miraba hacia atrás.
Tampoco tardó mucho en acostumbrarse a su nueva cama, un saco de esparto que le dieron al llegar, para que lo rellenase de paja.
Sin embargo, aquella noche, tenía algo rondándole la cabeza, que no lograba asimilar.

Durante la mañana, mientras José recogía algodón junto a sus compañeros, comenzó a sangrar por la nariz. Al principio no le dio demasiada importancia, pero pasaban los minutos y la hemorragia no se detenía.
El capataz del cortijo, Manuel,  que vio cómo José tenía la camisa manchada de sangre, se acercó  al niño e intentó parar el hilo de sangre, aplicándole un pegote del mismo algodón que estaban recolectando.
Cuando más nerviosos estaban, vieron aparecer un coche por un camino contigüo a la siembra. Era el primer coche que veía José. A unos cien metros de ellos, el coche paró. De éste se bajó un hombre muy bien vestido, fumándose un puro, que se acercó a ellos. Era el dueño del cortijo, o el "señorito", como siempre había oído José que le nombraban.
Manuel acudió a su encuentro para saludarle.
      -Buenos días, Don Ángel- saludó Manuel gorra en mano.
      -Buenos días. ¿Qué pasa, Manuel?
     -Pues verá usted, Don Ángel, ese niño, que no para de sangrar. Lleva ya un buen rato y no podemos cortarle la hemorragia. Ya está pálido y todo. ...Si usted fuera tan amable de llevarlo al pueblo, para que lo viera un médico...
     -Pero qué dices, Manuel. Ya se le pasará, hombre. Seguro que no es nada. Si lo monto en el coche me lo va a poner perdido de sangre.
Don Ángel  dio la vuelta y volvió al coche.
La hemorragia se detuvo poco rato después.

"Si lo monto en el coche me lo va a poner perdido de sangre". Aquella última frase, pronunciada por Don Ángel, siguió martilleando durante todo el día en la mente de José; rebotando en su memoria como una pelota en un frontón. Por eso no había comido. Por eso no había cenado. Por eso no quiso quedarse a escuchar las anécdotas, chistes y batallitas de los mayores. Por eso estaba tumbado en su colchón, fabricado con un saco de esparto relleno de paja, sin saber si llorar o dormir.

Aquella noche, José fue consciente de que aún no era un hombre, pero había dejado de ser un niño.

52 comentarios:

  1. wow!
    Me gustó mucho lo que escribiste, sinceramente tenia tiempo que no sentia esto al leer algo asi, Me gustó mucho.

    Saludos! y espero seguir pasandome por aqui.

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  2. Oh...
    Me recordó a los años grises de alguna película de Garci...
    Bonito, melancólico, otoñal.
    Saludos.

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  3. Un poco triste la historia, como la realidad de muchos niños...lamentablemente.
    Un abrazo y que tengas un lindo dìa

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  4. Es conmovedor el relato Periquiyo, muy bueno. Impacta porque nos toca donde nos duele, la realidad de los niños que pierden su niñez abruptamente esclavizados en trabajos impropios para su edad. En Argentina,todavía, para las cosechas, hacen trabajar a niños que les resultan mucho más baratos que los adultos. De tanto en tanto se investiga y se difunde en los medios sobre este tema que no deja de ser una violación de sus derechos.
    Perikiyo, un beso y que pases una linda semana

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  5. Hola Perikiyo!! Es una tristeza tan real y uno se pregunta cómo se soluciona... Muy bien relatado amigo. Me encantó.
    Besossss

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  6. Tierna y a la vez triste pero reveladora historia que refleja la situación de muchos niños que perdieron su niñez en campos de algodón, en minas, en fábricas.
    Había bocas que alimentar y los padres no podían con todo. Eran años muy duros. Y lo más triste que esto no ha terminado. Hay mucha gente implicada trabajando para mejorar y que cada niño pueda ir a un escuela que es dónde deben de estar.
    Ni tanto capricho, n tanto trabajo.
    Un abrazo, me ha gustado leerte.

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  7. Perikiyo....

    Entrañable y conmovedor el relato. Dejó de ser un niño y se dio cuenta de lo triste, egoista y vacía que es la realidad de los adultos. No perdamos nunca la inocencia y candidez con la que Jose salió de su casa. Mi enhorabuena.

    Un fuerte abrazo

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  8. Desgraciadamente conozco bastantes historias como esta. Creo que todos las hemos oído alguna vez.

    Afortunadamente en los años 60 con la industrialización de España se acabo, en lo fundamental al menos, con esto. También es cierto que también dio lugar a otras cosas.

    Lo has contado magníficamente.





    John W.

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  9. Muy duro y real el relato Perikiyo, cuantas infancias rotas hubo y hay aún. Ningún niño deberia vivir una situación como la que nos cuentas, pero ocurre. Besinos.

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  10. No deberia ser nunca asi ese paso, topando con la cruel realidad. Pero asi es, monsieur.
    Muy bueno su relato!

    Feliz dia

    Bisous

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  11. Perikiyo, de nuevo Chapeau!, aunque sea una historia tan triste, pues aunque fuera algo habitual en aquella época, no deja de ser un niño, experimentando su primera gran decepción con el mundo de los adultos.
    Montones de besos, crack.

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  12. Hola, Akanesita.
    Bienvenida a Barataria.
    Espero seguir prococándote sentimientos.

    Saludos. Vuelve cuando quieras.

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  13. Hola, Negrevernis.
    Sí que fueron grises esos años en los que transcurre mi historia.

    Saludos y gracias.

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  14. Hola, Silvana.
    Es triste como la vida misma.
    Otro abrazo para tí.
    Feliz día.

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  15. Hola, Cris.
    Y tando que nos duele. A mí, por lo menos, me duele mucho.
    Los niños deben ser eso: niños. No es justo que se les sumerja súbitamente en el mundo adulto.

    Feliz semana. Besos.

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  16. Hola, Gabi.
    En medio mundo aún no se ha solucionado. Yo, como tú, también me pregunto cómo solucionarlo.

    Besos, amiga.

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  17. Hola, Katy.

    Sabias palabras, las tuyas. Como siempre.
    Me quedo con tu frase: Ni tanto capricho, ni tanto trabajo.
    Un beso.

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  18. Felix, muchas gracias.

    Tienes mucha razón, cuando dices que no debemos perder la inicencia y candidez con las que José salió de su casa. El mundo sería muy diferente a como es ahora, si no perdiésemos esas cualidades.

    Un abrazo, amigo.

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  19. Hola, Polidori.

    Ciertamente, y por desgracia, todos conocemos historias como ésta. Es demasiado común.
    Que un maestro en contar historias como tú, me diga que lo he contado bien, es para mí todo un elogio.

    Muchas gracias.

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  20. Hola, Fabia.

    Y tanto que ocurre. Por desgracia.

    Besos, amiga.

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  21. Madame, es cierto.
    La realidad es cruel, máxime si el paso se da de una forma tan brusca, y sin anestesia.

    Feliz día.

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  22. Hola, Nikkita.

    Hoy no debes atribuirme ningún mérito. No lo merezco. Ni siquiera he inventado la historia, como suelo hacer. Es real. Me la contó José hace muchos años. Sólo me he limitado a transcribir lo que sucedió, intentando meterme en la piel de quien lo vivió.
    José es mi padre.

    Montones de besos para tí también, amiga.

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  23. Tu padre te dejó un recuerdo que plasmaste a la perfección, es una cosa terrible el trabajo infantil, se debería respetar esa inocencia y no permitir que los niños crezcan de golpe.


    Un beso

    Noe

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  24. A pesar de lo desgarrador de la historia, a mí me has transmitido ternura, mucha ternura. Pero eso no es nuevo en tí.

    Intento ver la imagen en blanco y negro, pero me sale en color, ya ves. Porque Jose tuvo que crecer súbita y dolorosamente pero seguro que lo hizo bien... dicen que de tal palo tal astilla.

    Muchísimos besos, Perikiyo.

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  25. vaya relato me encato como lo describistes, a mi tambien me recordo una peli que ahorita no recuerdo el nombre, maravilloso leerte gracias, te dejo un abrazito en esta tarde nos leemos,:o)

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  26. Magnifica forma de transportarnos a una época que en teoría esta pasada. En España puede en otros países aun no.

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  27. Hola, Noelia.
    Tienes razón. Permitir que alguien deje de golpe de ser un niño, es quitarle una porción muy importante de su vida.

    Besos y gracias.

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  28. Elena, muchísimas gracias.

    Siempre me sacas los colores.
    Por cierto, a mí también me sale la imagen en color.

    Muchos y enormes besos, amiga.

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  29. Saludos, Lucero.

    Tu presencia aquí siempre aporta buenas vibraciones. Eres como un rayito de luz. Muchas gracias.

    Nos leemos. Besos.

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  30. Pedro, llevas muchísima razón.
    Todavía se practica la explotación infantil en medio planeta.
    Saludos.

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  31. dejar los juegos, dejar la escuela, dejar a la familia, dejar su inocencia en una camisa ensangrentada y perder la infancia de esa manera es una triste realidad que aún se vive en el mundo.

    Muy buen relato.
    Saludos!

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  32. Madurando a la fuerza. Me ha gustado. Una historia perfectamente real y aunque anclada en el "pasado" aplicable 100% a cualquier época. Un abrazo.

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  33. Muy emocionante. Se pierde la inocencia de alguna manera cuando se conoce lo poco que se puede esperar de algunos semejantes.
    Es cierto, no sé si es para llorar, o para simplemente, aprender.
    Cariños
    Elisa

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  34. Hola, Gracielawer.
    Desde luego que existe en el mundo. Mucho más de lo que quisiéramos.

    Por cierto, me gusta mucho cómo ha quedado tu blog. ;)

    Saludos.

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  35. Hola, Sechat.

    Y tan real. Está anclada en el "pasado" si la aplicamos a España, pero está presente en medio mundo. Por eso, tienes mucha razón al afirmar que se puede aplicar a cualquier época.

    Un abrazo.

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  36. Hola, Elisa.
    No lo has podido expresar mejor. La inocencia se esfuma cuando conocemos a algunos semejantes. Sobre todo, a los que no se creen semejantes, sino superiores.
    Besos.

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  37. Me ha gustado mucho este relato.Tristemente hay niños que apenas tienen infancia,estàn atrapados en un estado intermedio.
    Abrazos.

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  38. Hola, Madreselva.

    Ciertamente, es una situación muy dura la que viven estos niños, que dan el paso, demasiado pronto, hacia una edad que no tienen.

    Un beso.

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  39. Una pena que tantos y tantos tuvieran que crecer de golpe y a fuerza de palos.
    Leyendote me ha parecido estar viendo la pelicula Los Santos Inocentes...

    Saludos

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  40. Hola, Flores.
    Ciertamente, "Los Santos Inocentes" es una película en la que se relatan hechos de esa España oscura y cruel de aquellos años.
    Lo que yo he contado es de esa época. Es algo que le pasó a mi padre, que es el José del que hablo en el relato. Todo, (lo del saco relleno de paja, el camino andando al cortijo, las naranjas, el algodón, las sangre y el señorito), absolutamente todo, es cierto. Así me lo contó él cuando yo era un niño. Nunca he vuelto a hablar con él de ese asunto, pero se me quedó grabado entonces, y ahora he querido compartirlo aquí.

    Saludos.

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  41. Así es la vida...

    Las nuestras están marcadas por unos instantes del pasado que seguimos reteniendo en nuestra memoria al igual que la de aquel niñon, que ese día aprendió muchas cosas. Desde lo dura que es la vida para muchos, lo fácil que es para otros y la falta de consideración y humanidad que muchos tienen hacia sus semejantes.

    Ese día, el protagonista de este relato, recibió una lección que no se merecía...

    Saludos.

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  42. Lamentable escena para darse cuenta de que habia dejado de ser un niño.
    Los sentimientos hacia una persona y el desprecio por otra le hizo madurar.
    Muy buen relato.

    Un beso

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  43. He aprovechado un momento kit kat para pasarme y disfrutar del relato, triste y aleccionador, por desgracia una situación que aunque no queramos verlo se sigue produciendo a diario en todo el mundo.
    Un saludo!!

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  44. Európides...

    Tus palabras son muy ciertas. No se merecía aquella lección.

    Gracias.
    Saludos.

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  45. Hola, Gala.

    Tienes razón. Es una lamentable escena. Pero así eran muchas cosas en esos tiempos: lamentables.

    Muchas gracias, Gala.

    Besos.

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  46. Hola, Marga.

    Muy cierto. Hay muchísimos lugares en el mundo, en los que esto es algo, por desgracia, cotidiano.

    Agradezco mucho tu visita. Sé lo atareada que estás en estas fechas. Es todo un halago que siempre encuentres un huequecito para adentrarte en mi humilde rincón.

    Besos, amiga.

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  47. Cuanta crueldad.
    Que real es tu historia, tan cercana al sentimiento y proceder de algunos hombres.

    Muy buen relato.

    Alejandro

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  48. Hola, Alejandro.

    Tú lo has dicho. Muy real. Muy cercana.

    Un abrazo.

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  49. casi que es la historia de mundo...el hombre se destruye en el poder,como ser humano. Ahora nos queda por saber , si la historia que vivió el niño, sera su fuerza de vida o su resentimiento. un abrazo querido amigo

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  50. Hola, Abuela Frescotona.

    Te respondo. Ha sido su fuerza de vida, no su resentimiento. Hoy día, José tiene más de sesenta años. Es un abuelo frescotón, que disfruta mucho de sus nietos y de la vida.

    Besos.

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  51. Tremenda reflexión...Grácias por compartirla, he pasado mas veces, en silencio, (me gusta pasar desapercibida)

    un saludo desde Cáceres =)

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  52. Hola, Anni.

    Te agradezco el comentario.
    De eso se trata, amiga. Quería compartirlo.
    Sigue pasando por aquí, aunque sea de puntillas. Lo que importa, es que estés ahí, aunque no te hagas notar.

    Saludos.

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